Irene Andrea Castillo Osadey desde Quillón, en la Región de Ñuble, ha revolucionado la producción hortícola al incorporar valor agregado a sus cultivos, transformándolos en productos innovadores que hoy abastecen a importantes mercados nacionales. Como fundadora de Huerto San Francisco, su emprendimiento ha trascendido la venta de hortalizas frescas para especializarse en la elaboración de hortalizas de cuarta gama, salsas y pastas agroecológicas, garantizando calidad, sustentabilidad y trazabilidad en cada proceso.

Su camino hacia la innovación no ha estado exento de desafíos. Enfrentó las dificultades de formalizar su negocio, cumplir con exigentes certificaciones de calidad y acceder a nuevos mercados. Sin embargo, con determinación logró obtener la resolución sanitaria para su sala de procesos, certificaciones ante Sodexo y Aramax, e implementar programas de Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) y control de inocuidad alimentaria, lo que le permitió posicionar sus productos en supermercados y grandes cadenas de abastecimiento.

Más allá de su éxito empresarial, Irene ha abierto oportunidades para su comunidad al convertirse en un poder comprador de hortalizas en la región, facilitando el acceso a mercados formales para pequeños productores y generando empleo local. Su compromiso con la equidad de género en el agro la ha llevado a emplear y capacitar a mujeres rurales, inspirándolas a emprender y fortalecer su autonomía económica.

Con su enfoque innovador, Irene ha demostrado que la agroindustria puede ser una herramienta de desarrollo sostenible, combinando tradición, tecnología y sustentabilidad. Su historia es un ejemplo de que, con esfuerzo y visión, es posible transformar la agricultura en un modelo más rentable, equitativo y competitivo.