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Descubren que abejas pascuenses son las únicas libres de patógenos a nivel mundial

Bumble bee on thistle

Rapa Nui, 4 de julio de 2016.- Cuatro son las enfermedades que más afectan a la población de abejas a nivel mundial: el ácaro Varroa destructor, responsable de la varroasis, el parásito Acarapis woodi y las enfermedades bacterianas Loque americano y europeo. Sin embargo, una reciente investigación en las colmenas y enjambres de la Isla, realizada por CeapiMayor, CACH y FIA, ha descubierto que ninguna de estas patologías está presente entre las abejas pascuenses, conclusión que sorprendió a los investigadores y que podría producir un inmenso impacto económico en la Isla.

La progresiva disminución de la población de abejas a nivel mundial está produciendo un gran impacto en la agricultura y en los ecosistemas del planeta. Organizaciones como Greenpeace o la FAO han advertido no sólo del impacto ecológico, sino también económico de esta situación. Según el estudio “El declive de las abejas”, realizado por Greenpeace en 2013, “sin la polinización entomófila —realizada por insectos— aproximadamente un tercio de los cultivos que consumimos tendrían que ser polinizados por otros medios o producirían una cantidad de alimento significativamente menor, lo que implicaría una baja en la productividad de hasta un 75% de nuestras cosechas”.

En este contexto, Patricia Aldea, médico veterinario y directora del Centro de emprendimiento apícola de la Universidad Mayor (CeapiMayor) se propuso estudiar las características de las familias de abejas que viven en Rapa Nui, con la intuición de que podían presentar características diferentes a las continentales, desde el punto de vista sanitario, genético y de calidad de productos de la colmena.

“Lo primero que observamos fue que los apicultores de la isla superan con creces la producción de miel en el continente: si en Chile un panal produce 20 kilos de miel por colmena al año, en la Isla una colmena de las mismas características puede producir fácilmente 90 o hasta 120 kilos con poco trabajo”, detalla. Esto se explica por diversos factores, principalmente climáticos: “gracias al clima subtropical las abejas disponen de flujo de néctar casi todo el año. Por otra parte, las colmenas generan crías durante 9 a 10 meses a lo menos, lo que permite producir abejas reinas durante ese tiempo, mientras que en el continente la temporada dura sólo tres”, asegura.

Más allá de la impresionante productividad de las abejas de la Isla, también se diferencian en su prácticamente perfecto estado de salud. “En las observaciones en terreno detectamos ausencia de abejas enfermas y tras las pruebas de laboratorio, comprobamos que en ellas están ausentes los patógenos más críticos para la apicultura mundial”, detalla Aldea. Un descubrimiento que, según los consultores, puede influir profundamente en la Isla. “Se trata de una noticia de impacto mundial, de una realidad sanitaria prácticamente única en el mundo”, explica.

Abejas saludables

A nivel mundial los protocolos de protección zoosanitarios exigen que ciertas enfermedades sean declaradas de forma obligatoria. Para esto, cada país determina su propia legislación y al mismo tiempo existen organizaciones internacionales que velan por el cumplimento de estos estándares. En el caso de las abejas, el SAG vela por la salud zoosanitaria del país y la Oficina Internacional de Epizootias (OIE) regula los estándares a nivel mundial.

El estatus de isla ‘libre de patógenos de denuncia obligatoria ante la OIE’ podría convertir a la isla en una reserva de material biológico sano. Sin embargo, Aldea asegura que este es el inicio de una serie de desafíos “la genética particular de estas abejas debe ser estudiada, junto con diversos antecedentes ecológicos y productivos de la isla. Dada su singularidad productiva y sanitaria, las abejas de Rapa Nui y sus productos deben ser merecedores de denominación de origen y de todas las medidas de resguardo que permitan conservar a las colmenas de la Isla en esta increíble condición” explica. En el mundo sólo dos territorios están certificados como libres de Varroasis: Australia y una isla al sur de Nueva Zelanda.

Para Héctor Echeverría, director ejecutivo de la Fundación para la Innovación Agraria, este descubrimiento sucede en un momento clave para la apicultura a nivel mundial: “si Rapa Nui logra convertirse en un exportador de material genético podría ser un motor económico importantísimo, no sólo para la isla, sino para el país”, asegura.

Descubriendo su propio patrimonio

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Las abejas son una especie introducida en Rapa Nui, así como en todo América. Aunque no existen antecedentes concretos sobre su llegada, se cree que fue alrededor de 1850 y que al día de hoy ya podrían haberse transformado en una línea genética de la isla, es decir, con características únicas. Para averiguar eso “es necesario que pasen por un estudio molecular y morfológico, que aún está pendiente de hacer”, explica Aldea.

Según el catastro realizado por el equipo de consultores para llevar a cabo este estudio, hoy en Rapa Nui hay ocho apicultores con 55 colmenas y alrededor 200 enjambres libres, los que circulan libremente por la isla. Sin embargo, ellos son determinantes para potenciar la agricultura isleña en búsqueda de autosustentabilidad. Por tanto, “los servicios de polinización para los cultivos y frutales, junto con la miel diferenciada y sus productos, como el propóleo, la jalea real, el polen y la apitoxina para apiterapia, son proyecciones que nos permiten visualizar un gran crecimiento de la apicultura y apicultores de Rapa Nui”, asegura Patricio Madariaga, presidente de CACH.

Por otra parte, la miel pascuense tiene un gran potencial como alimento, tanto en el mercado gourmet como en el de los alimentos funcionales: “la flora tropical de la isla le otorga características muy distintas a la miel continental: Allá se produce miel de frutos tropicales como bananos, papaya, maracuyá y mango, lo que las hace muy apetecidas en mercados de nicho. Por otra parte, gracias a su pureza y abundancia hay un potencial prometedor para posicionarse en el mercado de los alimentos funcionales”.

Este descubrimiento abre la puerta a importantes desafíos en la Isla: por una parte, difundir el valor del patrimonio apícola para motivar a más isleños por el oficio de apicultores. Por otra, el gran desafío de la certificación: el equipo de consultores ya está trabajando en conseguir la denominación de origen para la miel pascuense. Aunque, sin duda, el más importante es mantener intacta la limpieza zoosanitaria: “es necesario aunar esfuerzos para preservar este patrimonio mundial, pues existen pocos lugares en el planeta que cumplen con estas extraordinarias características”, explica Juan Calos Galaz, ejecutivo de innovación de FIA a cargo de la investigación.

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