COLUMNA DE OPINION

Regar con agua desalada: ¿Una alternativa para el agro?

Ante el déficit hídrico, la innovación ha respondido rápidamente con tecnologías múltiples índoles que permiten hacer un riego eficiente, que han probado ser sumamente útiles para dar continuidad a la producción agrícola en sectores donde la escasez de agua es más que una amenaza, sino una dura realidad. Hoy, estamos yendo un paso más allá: Innovar no en cómo regamos, sino en el agua misma que utilizamos. ¿Es la desalación del mar una alternativa viable para nuestro sector?

En Chile, hoy existen 18 plantas desaladoras operando, con una capacidad de desalinización total de 7,8 m³/s. De ellos, el 83% se utiliza en operaciones mineras y el 17% en agua potable para consumo humano. Si bien existen experiencias a pequeña escala de riego agrícola con agua desalada, todavía su penetración es incipiente.

Nuestro país cuenta con grandes ventajas para invitar al agua desalada al mundo de la agricultura. Por lo pronto, kilómetros y kilómetros de costa a una relativamente corta distancia de las zonas de producción agroalimentaria. Además, condiciones naturales para sistemas de ERNC -especialmente fotovoltaicos- que son muy útiles a la hora de cubrir el alto consumo de energía que requiere la desalación.

Las principales brechas que presenta la desalación para el agro, como el precio y la calidad del agua, se acortan exponencialmente. Lo precios bajan y la ciencia entrega soluciones para mantener los nutrientes a la hora de regar. Por su parte, las dudas, como el impacto ambiental que genera el proceso de retiro de la sal, también se están respondiendo desde la ciencia con certeza y resguardo para los ecosistemas.

Sabemos que no existe una solución mágica. El agua desalada debe ir acompañada de otras herramientas para aprovechar bien su uso, tales como tecnologías de riego localizado (riego por goteo, riego subterráneo, polímeros, etc.), tecnologías de medición y monitoreo de humedad (sensores, etc), medición de caudales y telemetría, reconversión a variedades con menores requerimientos hídricos, entre tantas otras soluciones que la innovación ha puesto al servicio de los productores agrícolas en los últimos años.

Si el agua desalada será el futuro del agro, todavía es muy pronto para saber. Pero de lo que sí estamos seguros como Ministerio de Agricultura es que como país debemos explorar todas las opciones posibles para que nuestros campos sigan siendo fértiles proveedores de alimentos sanos y frescos para Chile y el mundo.

 

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