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Iniciativa puso en valor cepajes ancestrales de Ñuble y Biobío

Santiago, 13 de septiembre 2019.- La vitivinicultura nacional presenta una alta oferta de cepajes tradicionales, que en su mayoría fueron ingresada a muestro país la segunda mitad del siglo XIX  desde Francia. Las cepas más antiguas introducidas junto con la conquista española, han sido relegadas por su baja calidad y condiciones de cultivo. Su revaloración como patrimonio vitivinícola mundial y la identidad que representa para el territorio donde se cultiva, ha comenzado a ser motivo de investigaciones conducentes a mejorar la competitividad de este sector.

En este sentido, la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), del Ministerio de Agricultura busca incentivar la innovación en cada una de las áreas de la agricultura nacional y la vitivinicultura tiene muchas áreas de desarrollo. Es por ello que, con el objetivo de identificar y validar cepas ancestrales, se realizó en terreno una recolección de material vegetal, el que fue identificado para una clasificación genética, y además se realizaron pruebas enológicas para determinar el potencial de algunas cepas.

El trabajo fue realizado por Viñas Inéditas – terroirsonoro, proyecto del enólogo chileno Juan José Ledesma junto al apoyo y financiamiento de FIA, logrando recopilar más de 300 muestras diferentes, de las cuales finalmente 30 variedades se lograron identificar.

Para el Subdirector de FIA, Rodolfo Campos, “este proyecto tiene especial relevancia para este territorio, buscando creando valor y contribuyendo al conocimiento  de la existencia de cepas de vid no identificadas que pueden tener un potencial enológico interesante”.

Campos además destacó la iniciativa y el trabajo realizado por la contribución a la recuperación de cepas ancestrales de la región del Ñuble y Bíobío, “porque estamos creando asociatividad entre las personas y es uno de los fundamentos que tenemos en FIA”.

Además valoró el acuerdo con el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA),  quienes conservarán y preservarán todo el material genético que está en manos de pequeños agricultores de la zona.

Por su parte, Juan José Ledesma, director de Viñas Inéditas, indicó que “nuestra idea es contribuir a la diversidad de la oferta de la región y de todo el país. La vitivinicultura en Chile se basa en muy pocos cepajes y la idea es tener una oferta mayor, que nos permita tener una industria sustentable en el tiempo”.

Entre las cepas identificadas, se encuentran las más conocidas como Cabernet Sauvignon, Carignan, Riesling, y otras menos conocidas como Trosseau, Aramon, Iona y San Francisco. En la zona de Portezuelo se identificaron Malbec, Pinot Noir, Cristal o Blanca Ovoide, San Francisco o Isabella. En Laja, San Rosendo y Yumbel se registraron Verdot, Palomino Fino y Chasselas Musque.

Ledesma agregó que el trabajo realizado les permitió rescatar el patrimonio de los viñeteros de la zona, “y eso significa un ingreso monetario extra para ellos, ya que al ser una uva especial, tiene un valor diferente. Además recopilamos valiosa información técnica acerca de las practicas ancestrales de vinificación, como el uso de zaranda o Velo de flor en crianza biológica, lo que por seguro aportará en la búsqueda de esa identidad territorial de nuestros vinos que nos permitirá alcanzar otros nichos de mercado y evidentemente, mejores precios. El vino debe estar asociado a la cultura local, de otra manera es muy difícil ser competitivos en el mundo”.

El termino del proyecto, culminó con el lanzamiento y degustación de los vinos Reptiliano, La Otra, El Infiltrado y La Soberana, producidos con cepas Isabella, Aramon y Moscatel Negro.

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