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Agricultura Sustentable: Dirección Obligada

Diciembre de 1998 y Eduardo Donoso, recién egresado de Agronomía de la Universidad de Talca, por fin recibía la notificación de la Fundación para la Innovación Agraria: junto a un compañero de curso se habían adjudicado el financiamiento para desarrollar un revolucionario proyecto que buscaba controlar plagas y enfermedades a través de métodos biológicos. Diecisiete años después, esta iniciativa aún es considerada un proyecto emblemático de FIA en materia de agricultura sustentable.

El apoyo de la Fundación dependiente del Minagri, fue el impulso que necesitaban para iniciar un emprendimiento que desde sus orígenes no ha parado de crecer, concentrando actualmente el 50% del mercado nacional de insumos biológicos para el agro. Y es que desde un comienzo los productos desarrollados por estos jóvenes demostraron una alta efectividad, lo que fue corroborado por los propios agricultores quienes tras probar los insumos quedaron sorprendidos con los resultados, impresión que no tardó en diseminarse por los campos del Maule, dando origen a una demanda a gran escala y a un negocio de insospechadas proyecciones.

Tal fue el interés por los productos, que Paulo Escobar y Gustavo Lobos, dos agricultores que utilizaron con éxito los biocontroladores, le propusieron a Donoso formar una sociedad e inyectar recursos al emprendimiento para asegurar su continuidad en el mediano y largo plazo. A Eduardo la propuesta le vino “como anillo al dedo”, dado que su socio original había emigrado al extranjero y, por otra parte, estando al alero de la universidad no podía aspirar a darle una salida comercial a sus ideas.

Sin perder tiempo y con la convicción a tope, el año 2002 Donoso, Escobar y Lobos crearon la empresa Bio Insumos Nativa y comenzaron la construcción de su laboratorio y centro de operaciones. En ese momento se ganaron otro proyecto FIA, para desarrollar Bacillus thuringiensis, un insecticida biológico que hoy está catalogado como uno de los mejores productos orgánicos del programa nacional de control de Lobesia botrana.

Condición sine qua non

Con 13 años en el mercado, Bio Insumos Nativa fue la primera empresa chilena desarrolladora de biosoluciones y hoy su visión sustentable ha sido replicada por las gigantes transnacionales de los agroquímicos, las cuales se han visto presionadas a desarrollar productos similares a los que ofrece la firma que lidera Eduardo Donoso, para quien esta visión está lejos de ser una moda.

Para el joven ingeniero la sustentabilidad constituye un principio irrenunciable, base para producir alimentos sanos, favoreciendo al mismo tiempo la preservación del medio ambiente y los recursos naturales, y generando además valor económico a los agricultores.

La empresa realiza recolecciones de microorganismos nativos de Chile, los cuales estudia durante tres años, para posteriormente desarrollar e introducir un producto al mercado, caracterizado por su alta eficacia e “impacto cero” sobre las personas y el medio ambiente.

De entrada, Donoso lanza que la sustentabilidad es un requisito insoslayable a la hora de pensar en modelos de desarrollo responsables para el siglo XXI. “En su momento la agricultura sustentable marcó una gran diferencia con la agricultura convencional, pero esa brecha cada año se ha ido reduciendo, al punto que hoy 8 de cada 10 productos biológicos que se venden en el mundo son utilizados por la llamada agricultura convencional”, comenta.

El profesional explica que la agricultura sustentable partió en la década de los ’80, casi como una excentricidad, sin embargo hoy en día constituye un principio básico del negocio agropecuario. “Toda empresa agroexportadora que pretenda obtener buenos precios, tiene que ser sustentable. No hay alternativa”.

Claramente la sustentabilidad pasó de ser una moda y se transformó en una exigencia del mercado. En esta línea, el director de Investigaciones y Posgrados de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Pontificia Universidad Católica, Francisco Meza, advierte que en los próximos 20 o 30 años va a ser necesario que la agricultura cumpla con estándares de sustentabilidad, tanto sociales, como económicos y ambientales.

Para el académico, la agricultura sustentable “es una agricultura capaz de entregar bienes y servicios para la población, generar condiciones de desarrollo tanto sociales como económicas para las personas que dependen de ella y mantener o incrementar el capital ambiental, preservar suelos o mejorar la calidad de estos, preservar o mejorar la calidad de las aguas y reducir su huella ecológica”.

Por su parte, FAO apunta al manejo y conservación de los recursos naturales y a la orientación de cambios tecnológicos e institucionales “de manera de asegurar la satisfacción de las necesidades humanas en forma continuada para la presente y futuras generaciones”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, agrega que el desarrollo sustentable “conserva el suelo, el agua y recursos genéticos animales y vegetales, no degrada al medio ambiente; es técnicamente apropiada, económicamente viable y socialmente aceptable”.

Innovación para la adaptación

Es evidente que en nuestro país la sustentabilidad ha ganado terreno, transformándose en el eje de la agricultura chilena del futuro. Una tendencia que se ha intensificado producto de la toma de conciencia del sector respecto de los efectos del cambio climático, y del convencimiento de los agricultores de la necesidad de adaptarse a esta realidad.

Diversos han sido los eventos meteorológicos extremos que este 2015 han tenido lugar en nuestro país, con una sostenida y grave sequía que impactó con particular dureza a la agricultura sureña, y las catastróficas lluvias de fines de marzo en la Región de Atacama.

Un escenario que pone a la agricultura en estado de alerta, obligándola a emprender acciones orientadas a adaptarse a los desafíos climáticos, donde la sustentabilidad y la innovación son componentes claves.

Ante la urgencia de la situación, desde el Estado se han tomado muy en serio esta tarea, siendo la Fundación para la Innovación Agraria del Ministerio de Agricultura (FIA) una de las entidades gubernamentales que más dinamismo ha mostrado en la materia.

Un compromiso que en julio de este año fue refrendado con la apertura del Concurso de Proyectos de Innovación en Agricultura Sustentable, el cual se orienta a la gestión de los recursos naturales y productivos, como un modo de enfrentar los cambios en el comportamiento de las variables climáticas que están afectando al país, además de aumentar de manera sustentable la productividad agraria.

Al respecto, el director ejecutivo de FIA, Héctor Echeverría explica que, en el marco de este concurso, los proyectos deben desarrollar y validar nuevas alternativas productivas que se adapten a los cambios observados en las variables climáticas y su comportamiento en el tiempo. “O bien, generar soluciones orientadas a resolver problemáticas relacionadas con la alteración de rendimientos, de calidad y rentabilidad de los sistemas de producción por efecto de la variabilidad climática”.

El concurso de FIA se centra en 4 áreas relevantes. La primera de ellas está enfocada al manejo de los recursos hídricos, buscando innovaciones que permitan aumentar disponibilidad, acceso, calidad y eficiencia en el uso del agua en sistemas productivos agrarios. La segunda área tiene relación con la diversificación productiva, que se enfoca en la introducción, domesticación, adaptación o mejoramiento de especies y variedades que permitan la acomodación de sistemas de producción a las nuevas condiciones climáticas, así como a las oportunidades de mercado.

“También hemos priorizado iniciativas que contribuyan a prevenir y controlar la introducción de nuevas plagas y enfermedades o una mayor propagación de aquellas ya existentes en el país; y por último, iniciativas orientadas a desarrollar y validar soluciones tecnológicas y medidas tendientes a minimizar los efectos negativos de situaciones de estrés abióticos, como por ejemplo, los golpes de sol, granizos, heladas y lluvias torrenciales, entre otros”, complementa la jefa de programas y proyectos de FIA, Gabriela Casanova.

Abierto desde el 3 de julio, el proceso de postulación cierra el 3 de septiembre próximo a las 17:00 horas. Echeverría explica que los resultados y beneficios generados deben ser de interés público y dar respuesta a requerimientos de un grupo importante del sector agrícola, pudiendo postular organizaciones de productores, universidades, centros de investigación y transferencia, entidades consultoras y de asesoría técnica.

Los proyectos tendrán un plazo de hasta 48 meses y los estudios hasta 12. “Aquellos proyectos o estudios presentados por universidades, centros de investigación o entidades consultoras, deben estar asociados a organizaciones o empresas del sector productivo y privado”, concluye el director de FIA.

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